Bendiciones, queridos hermanos. Dios les bendiga mucho, mucho, mucho que el Señor les siga prosperando en su ministerio, en su trabajo para la obra. Hace unos días atrás hablamos un poquito sobre los tres enemigos de la pasión y el primero que mencionamos es la apatía espiritual. Quería comentar un poquito sobre este enemigo de la pasión. La apatía espiritual nos llega a todos en diferentes estados o tiempos. Nos puede llegar este ataque de apatía espiritual y creo que tiene que ver con la comodidad.
A veces llegamos a un punto donde sentimos que cada cosa está en su lugar y vemos que todo marcha bien. Vemos que las cosas se están dando como hemos planeado, como hemos orado, como le hemos pedido al Señor y hemos llegado a un punto donde nos sentimos, vamos a decirlo así, satisfechos. Hay muchos líderes, pastores, hermanos en la vida espiritual que llegan a un punto donde se sienten satisfechos. Si bien no lo dicen, pero en su corazón están sintiendo que algo han alcanzado y que ya pueden descansar. No sería descansar la palabra, sino quedarse quietos, tranquilos en lo espiritual, sin movimientos, sin avances.
Entonces ahí viene esta apatía, este problema que viene a ser como indiferencia. Ahí viene la relajación donde uno se relaja y comienza a tomar las cosas importantes como no tan importantes y las cosas que no son importantes realmente, uno le empieza a dar más lugar. Ahí eso se transforma en apatía. Una apatía donde a la persona le da igual muchas cosas. Donde por ahí le da igual orar. No dice que no quiere orar, sino que a veces decimos que vamos a orar más tarde o vamos a orar a la noche y no podemos hacer otra cosa antes de orar.
Donde nos da igual llegar temprano, llegar tarde a la reunión, al culto y ya no nos preocupamos por ser puntuales en nuestros compromisos con Dios. Entonces ahí nos damos cuenta que ya la apatía ha tomado control. Esto es bueno reconocerlo y es importante que rompamos con la apatía en el nombre de Jesús. Que puedas romper con toda apatía espiritual, reconocer tu estado primeramente, venir a Dios en arrepentimiento, pedirle al Señor que el fuego de su Espíritu Santo te inunde una vez más, se derrame sobre tu vida.
Ese fuego pueda quemar toda apatía, pueda quemar toda indiferencia, pueda quemar todo conformismo y pueda poner una pasión santa nuevamente, un hambre, desesperado por su presencia. Esto va a llevarte un par de oraciones, esto te va a llevar a una búsqueda del rostro de Dios y a medida que vas buscando tu corazón se vuelve a encender. Y así es como la pasión regresa y sientes nuevamente el fuego del Espíritu Santo.
Bueno, espero que esta reflexión, estas palabras te puedan ayudar y puedas compartirlas con alguien más que ves que está siendo atacado por la apatía espiritual. Dios te bendiga.